Virginia Woolf, Edward Albee y el privilegio de ver buen teatro en salas pequeñas


Hace tiempo que venimos felicitándonos de la fortuna que supone, para los amantes del teatro, vivir hoy en un Madrid donde la actividad escénica prolifera, impulsada no solo desde las instituciones públicas, sino por la iniciativa de apuestas privadas que, con mejores o peores medios, emprenden la honrosa tarea de entregarse al noble cultivo del arte dramático. En nuestro deambular por las salas madrileñas, hemos recalado este fin de semana en Arte&Desmayo, un pequeño y acogedor espacio que, con poco más de cinco años de vida, ha conseguido hacerse un sólido hueco en la cartelera capitalina. En este cómodo e íntimo microteatro, el medio centenar de personas a que puede dar cabida pudo disfrutar anoche con un excelente montaje de ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1962), la obra más conocida del dramaturgo estadounidense Edward Albee (1928-2016) tras su versión cinematográfica protagonizada en 1966 por Elisabeth Taylor y Richard Burton.

Albee nos ofrece un tipo de historia de fuerte carga dramática y emocional, centrada en un matrimonio de mediana edad, sin hijos, cuya conflictiva convivencia, marcada por el desamor y la frustración, estallará violentamente ante la atónita (y participativa) mirada de otra joven pareja a la que han invitado a su casa para tomar una última copa. Desarrollada en el ámbito social de una clase media culta y acomodada (tanto George como el joven invitado Nick son profesores universitarios, y la esposa del primero es hija del rector), el comportamiento y las declaraciones de este singular grupo de personajes irán mostrando las miserias y debilidades del alma humana, y de la vida conyugal, en el reducido espacio de la sala donde se concentra toda la acción (plasmada, de manera eficaz, con una escenografía simple y minimalista) en el transcurso de apenas unas horas, cargadas de violencia no siempre contenida, impulsos sexuales y alcohol.

El veterano Fernando Sansegundo, director del montaje, ha sabido extraer todo el potencial de una obra marcadamente naturalista y psicológica en la que la palabra y la interpretación actoral lo constituyen todo. El texto de Albee es un viejo conocido de la escena española, y los papeles de Martha y George, suculentos bocados para cualquier actor, han sido interpretados en nuestro país por figuras de la talla de Nuria Espert y Adolfo Marsillach (1999), o Carmen Machi y Pere Arquillué (2012). Podemos afirmar, con seguridad y satisfacción, que Mélida Molina y Juanma Gómez no se quedan a la zaga de los grandes intérpretes que han dado vida a estos dos personajes. Como cualquier gran obra dramática, ¿Quién teme a Virginia Woolf? es el texto idóneo para que un actor brille o se estrelle; y, en este caso, las figuras protagonistas de la historia lucen individualmente, y en conjunto, gracias al magnífico trabajo de los cuatro actores que les dan vida. A lo largo de dos intensas horas de tensión dramática y una sobresaliente interpretación de carácter naturalista, acorde con el género, nos adentramos en las causas del tormentoso mundo que vive el matrimonio formado por Martha y George, encarnados con absoluta credibilidad por una espectacular Mélida Molina y un Juanma Gómez que borda su papel; y se nos desvela el interior de Honey (Sheyla Niño) y Nick (Enrique García Conde), el joven matrimonio que se ve arrastrado al infierno que viven sus anfitriones para mostrar asimismo sus propias debilidades y fantasmas. Excelente trabajo el de García Conde, acorde con el tono naturalista del conjunto; y singular el papel realizado por Sheyla Niño, cuya interpretación se aleja del estilo general que domina en la obra para ofrecer en ocasiones una nota cómica, con ribetes histriónicos, cuyo contraste con el resto contribuye, probablemente en un efecto buscado por el director, a rebajar la tensión en escena. 

Muy recomendable, en definitiva, este montaje del célebre clásico de Albee, a la altura de cualquiera de los espectáculos teatrales presentes ahora mismo en las grandes salas de nuestro país, que podrá seguir disfrutándose en Arte&Desmayo hasta finales del próximo mes de marzo.

José Luis G. Subías

   

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